El convento franciscano de San Buenaventura, en Betancuria es la materialización de la primera misión conventual existente en Canarias. Sin embargo, su larga existencia (de 1413 a 1823) contrasta con lo poco que conocemos de su fisonomía original o incluso la forma en la que desapareció. El equipo de investigación y excavaciones de la empresa Tibicena Arqueología y Patrimonio, que dirige Marco Antonio Moreno Benítez, ha logrado datar y documentar por fin los que serían los muros originales más antiguos y mejor conservados de los momentos inmediatamente posteriores a la conquista de Canarias.
El gerente de Tibicena informó, en un comunicado, que las dataciones, realizadas por partida doble en sendos laboratorios de Barcelona y de Polonia, “permiten afirmar que nos encontramos con la iglesia original construida a partir de 1413, algo que certifica, por ejemplo, la datación de la cal con la que se sellaron los muros, que ha quedado constatado que es la original. Esto otorga un gran valor y potencial a los restos que aún quedan por excavar”.
En 2018, y con la ayuda de la Dirección General de Patrimonio Cultural, Tibicena puso en marcha un ambicioso proyecto de recuperación de un espacio que, a priori, poco parecía ofrecer. Las sucesivas campañas, la última en 2022, subvencionada por el Cabildo de Fuerteventura, ha permitido, sin embargo, abrir una importantísima nueva línea de investigación.
Cronología de una excavación
Los primeros trabajos documentaron los restos del desaparecido claustro, así como diferentes infraestructuras hidráulicas ubicadas en él. De igual forma, se constató la existencia de restos humanos. Este hecho contradecía la creencia popular de que la iglesia había sido vaciada en la segunda mitad del siglo XX.
Sin embargo, la mayor sorpresa se obtuvo en el testero de la iglesia, donde se recuperaron restos de muros que parecían datar del siglo XVII, momento en el que el templo, según recoge la documentación histórica, se separa del risco para evitar problemas de humedad. En este mismo entorno, surgen otras construcciones que se desarrollan en paralelo a la actual iglesia conventual, que, en principio, habían sido asociadas a las gavias de la zona. Sin embargo, la morfología y disposición de los elementos conllevó la ampliación, a pesar de las dificultades para trabajar en la zona, de la intervención arqueológica.
Los resultados de estos trabajos no solo lograron descubrir el tamaño y desarrollo de aquellos muros, “sino que su datación nos permite afirmar que nos encontramos con la iglesia original construida a partir de 1413, por lo que estaríamos ante los muros de más antigüedad y mejor conservados de la época inmediatamente posterior a la conquista de Canarias”, especifica Marco A. Moreno.
La conclusión es que todo este conjunto de hallazgos convierte el espacio conventual en un valioso legado de la posconquista de Fuerteventura y, por extensión, de toda la isla. Sin embargo, el responsable de Tibicena asegura que “aún queda pendiente una gran intervención arqueológica que permita dar continuidad al proyecto de puesta en valor del lugar. En la actualidad, la complejidad del espacio necesita de un planteamiento a más largo plazo que supere las expectativas actuales, por lo que esperamos, que, en breve, se puedan coordinar con la diócesis, los propietarios del lugar, los pasos necesarios para mejorar la conservación y el conocimiento de este valioso enclave y dar posibilidad a la exposición pública de los restos arqueológicos”.