La Asociación Socio-Cultural Entre Mares vuelve a salir a la calle para manifestar su solidaridad y profundo dolor. Esta vez con la familia del hombre que viajaba en el cayuco llegado ayer domingo al Muelle de Los Cristianos, al Sur de Tenerife. Una víctima más, denunciaba la asociación, “de la crueldad de las políticas de blindaje de la Unión Europea”.
Las personas que se han concentrado este lunes, respaldando a Entre Mares y guardando un minuto de silencio ante la Dirección insular de la Delegación de Gobierno en Fuerteventura también han mostrado el apoyo y la solidaridad “a las familias de las 51 personas, entre ellas tres niños, de las que nada se ha vuelto a saber desde que salieran del Sur de Marruecos el pasado 22 de junio”.
Entre Mares ha recordado que han transcurrido 24 años desde que llegaran los primeros muertos, de los que se tenga constancia, a las costas de Canarias. Este trágico hecho, ocurrió precisamente, al Sur de la isla de Fuerteventura en la Playa de La Señora en julio de 1999. Después muchas personas más, han perdido la vida en su intento del alcanzar las costas canarias.
En su comunicado se denuncia que desde que en 1999 se superara por primera vez el millar de inmigrantes que alcanzaron las costas canarias “se empezó a politizar este fenómeno humano”.
Esto ha llevado a numerosas denuncias como las lamentables condiciones del primer centro de internamiento de inmigrantes -que se abrió en la antigua terminal del aeropuerto de Fuerteventura o por la falta de medios de rescate-. También las críticas al Gobierno del Estado o la Unión Europea reclamando más medios y el reparto de los inmigrantes por el resto del territorio. Pero, “después de 24 años, nada ha cambiado…bueno sí, se ha normalizado y asumido que sigan llegando muertos a nuestras costas. Se han endurecido los discursos sobre el derecho de todo ser humano a elegir, a buscar una vida más segura o mejor. Un discurso político que se ha instalado en una parte de nuestros convecinos y vecinas que oprimidos y oprimidas por unas políticas socialmente injustas y poco o nada equitativas, necesitan creer que las personas que causan sus penurias y la ausencia de su derecho a vivir dignamente”.
Por eso, se insta a recuperar la mirada humana que lleve por una parte, evidenciar que las políticas de control de fronteras y extranjería no han servido para evitar más muertes ni nuevas llegadas; y por otra, propicien la reflexión sobre qué sentido tiene el modelo restrictivo al movimiento de personas mientras siguen naufragando vidas y sueños en las costas canarias.