El Museo Arqueológico de Fuerteventura expone una de las cerámicas más sorprendentes de las que conforman los fondos museográficos de los mahos.
Esta singular cerámica fue presentada el pasado mes de diciembre y responde a la donación por parte de un niño de doce años, quien encontró la pieza de forma casual en una cueva de un malpaís de Fuerteventura. Tras las pertinentes labores de conservación y restauración, se expone ahora al público en la ‘vitrina cero’ ubicada en la entrada del museo.
La importancia de la pieza radica en el valor del yacimiento en la que fue encontrada, un espacio con gran potencial arqueológico y que se relaciona con lugares de culto religioso del pueblo majo. Su importancia reside, asimismo, en su decoración y tipología, siendo única en el registro de las culturas aborígenes canarias.
Además, se trata de una cerámica excepcional por su profusión decorativa, que ocupa todas sus partes excepto la base. Esto la convierte en una pieza aún más especial, puesto que la mayoría de las cerámicas conservadas presentan decoración sólo en su tercio superior.
Tras el aviso por parte del niño Juan José Hernández Cabrera y una vez comunicado al Servicio de Inspección de Patrimonio Histórico del Cabildo, se realizó el levantamiento de la cerámica y su traslado al Museo Arqueológico de Fuerteventura.
Posteriormente, se ha procedido a las pertinentes labores de conservación y restauración, con la colaboración de la Dirección General del Patrimonio Cultural, dentro del proyecto de intervención de la colección de cerámicas que custodia el Museo Arqueológico de Fuerteventura, cuyo objetivo principal es conservar el legado del pueblo maho.
Se trata de una cerámica de fondo plano y forma ovalada, que destaca por su profusión decorativa, presentando en su parte superior dos filas de pequeñas protuberancias redondeadas que bordean el cuerpo de la vasija. Desde dichos mamelones hasta la base de la cerámica arrancan trazos de surcos verticales, un elemento muy característico de la decoración del pueblo maho.
Con una altura de 7 centímetros, 15,5 centímetros de longitud y 12 centímetros de ancho, la pieza presenta una coloración oscura en gran parte de su dimensión, debido seguramente a una elevada presencia de materia orgánica en la pasta cerámica, así como a que su cocción fue reductora.
Es decir, sin presencia de oxígeno al menos durante la parte final del proceso.
La alteración más importante que presentaba era la elevada erosión de la superficie exterior, acompañada de una importante laminación en diversos puntos del galbo y los mamelones. Presentaba, asimismo, varias grietas longitudinales. Una vez analizadas las pastas y el estado de la cerámica, se han llevado a cabo intervenciones de conservación, como la consolidación de la superficie erosionada, el arreglo de las fisuras y la consolidación de las laminaciones.
Desde la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, que dirige Rayco León, se recuerda que los hallazgos casuales de materiales arqueológicos deben ser comunicados al Servicio de Patrimonio Cultural o al Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA).
Se recuerda, además, que no comunicar la localización, sustraer o alterar cualquier tipo de material arqueológico puede ser un delito previsto en el código penal o infracción administrativa de la Ley de Patrimonio Cultural de Canarias.