Decenas de personas se acercaron ayer noche a las inmediaciones de la Dirección insular de la Administración General del Estado, en Puerto del Rosario, para despedir a Anna y Olivia, las dos niñas de Güimar asesinadas por su padre, Tomás Gimeno. En un flujo incesante, los asistentes fueron prendiendo velas y mostrando su profunda tristeza por el fatal desenlace de una aparente desaparición.
Desde la Plataforma Feminista contra la violencia machista en Fuerteventura, Laura Squinobal recordaba, en un manifiesto, que este drama "es doblemente cruel, injusto y devastador, por el hecho de que el asesino no solo buscaba infligir dolor en la madre de las niñas sino exacerbarlo con la posibilidad de que jamás encontrara sus cuerpos". No estaba loco, fue una acción meditada de una mente lúcida y sana. "Un padre maltratador, jamás podrá ser un buen padre", subrayó.
Desde la Plataforma se exigen programas de prevención de la violencia machista en el sistema educativo, que los medios de comunicación dejen de emitir contenidos basados en la violencia, armas, violaciones, asesinatos y amor romántico. También exigen un periodismo con perspectiva de género y protocolos de prevención y ayuda no solo a las víctimas, sino también que pongan el foco en el posible agresor.
Para concluir, pusieron de manifiesto unas palabras escritas por la mamá de las niñas asesinadas, Beatriz Zimmermann -cuando todavía no se conocía el triste final- en las que pedía "ayúdenme a crear un mundo mejor".
Desde Fuerteventura "le prometemos que vamos a seguir luchando por un mundo mejor, sin bajar los brazos ni mutar la voz. Basta. Basta ya de violencia machista", concluyó Ángela Blanco.