La situación de la Unidad Mental de Gran Tarajal es “complicada”, los pacientes hacen apuestas de cuánto tiempo permanecerá el siguiente psiquiatra. A Alejandro Fiol no le daban más de un año, y fue el tiempo que permaneció trabajando en la unidad que, también se desplaza con asiduidad hasta el municipio de Pájara.
El psiquiatra muestra, en una entrevista este jueves en el programa La Voz de Fuerteventura, en Radio Insular, su desencanto con un sistema que prima “el tratamiento a muchos pacientes y no la calidad de la atención…algo que no ocurre solo en Fuerteventura”.
En su caso, la sobrecarga de trabajo, el hecho de estar escuchando problemas sin parar casi buscando hueco para ir al baño, las constantes interrupciones telefónicas.. y un sistema informático, “que dificulta la labor en muchos casos”, explicó, contribuyó a mermar poco a poco su motivación. Así, fue percibiendo en el ambiente de trabajo, entre los propios compañeros, “una sensación, de estrés de ansiedad que revierte en el detrimento de la calidad de la atención”, recalcó.
Cuando comenzó su labor en Fuerteventura, pidió una silla para atender en su consulta pero nunca respondieron a su demanda; finalmente, “tuve que coger una silla de los pacientes”.
Un ejemplo de la falta de atención que denuncian algunos profesionales convencidos de que “a veces, el hecho de cuidar a los profesionales, haría que se pudieran quedar”.
En la Unidad Mental del Sur, nadie quiere quedarse, asevera, en cuanto pueden, los profesionales eligen el Hospital General de Fuerteventura u otro destino. Cuando Fiol llegó, “llevaban cinco meses sin psiquiatra”. De esta manera, “hay pacientes de Psiquiatría que han visto a 7 u 8 pacientes en los últimos años”, lamentó.
Más ingresos y personas más jóvenes
Alejandro Fiol advierte de que la demanda de psiquiatras crece y de que, cada vez hay más ingresos en el hospital. La situación ha empeorado, lamenta, “hay que ingresar pacientes en planta porque ya no hay sitio”.
Especialmente preocupante es el caso de niños y de gente joven, “hay bastantes pacientes que ingresan con ideas suicidas y crisis de ansiedad…con la idea de que su vida no tiene sentido”, explica. Hay, incluso, algún niño de apenas 11 años de edad, ingresado por crisis de ansiedad.
La falta de comunicación real, a pesar de las redes sociales, la falta de conocimiento para gestionar las emociones, la excesiva exigencia, y la autoestima, “que, en general, está dañada en mucha gente joven”, contribuyen a empeorar la salud mental, advierte el psiquiatra.
En este contexto, en el que “harían falta más psiquiatras y más psicólogos”, afirma, habría que cambiar la mentalidad del sistema, reforzar mucho la atención primaria “para dar el tiempo que necesita a cada paciente…”. Pero, insiste, las agendas están tan llenas, que no permiten hacer, por ejemplo, grupos de terapia, o revisar las historias clínicas o tiempo para la formación.
Así las cosas, se ha mudado a la vecina isla de Lanzarote y valora salir del país. Está mejorando su nivel de inglés para marchar a Nueva Zelanda…o, quizás, Portugal.
Un lugar donde se sienta respetado, como profesional, y donde “pueda trabajar de forma que, me aporte a mí, y, también, a los demás”, concluye.