El colectivo patrimonial Imastanen ha expresado su profunda preocupación por el auge de prácticas turísticas que, bajo la apariencia de “eco-turismo” o “arqueo-tours”, estarían poniendo en riesgo espacios naturales y patrimoniales de Fuerteventura, muchos de ellos catalogados como Bienes de Interés Cultural (BIC).
Según ha denunciado la asociación, diversas empresas –principalmente dirigidas por nuevos residentes europeos– están ofertando excursiones arqueológicas en espacios protegidos como el Barranco de Tinojay o el poblado Maho de La Atalayita, sin contar con las autorizaciones necesarias.
Las actividades, promocionadas abiertamente en redes sociales, incluyen visitas guiadas y traslados por 65 euros para adultos y 45 para menores, sin que, según han podido verificar, exista constancia de su legalidad en el Cabildo de Fuerteventura.
Desde Imastanen han recordado que cualquier acción relacionada con bienes arqueológicos debe ser evaluada por la Comisión Insular de Patrimonio Cultural, algo que en este caso no ha ocurrido.
La propia institución insular habría confirmado que no tenía conocimiento ni autorización de estas prácticas, lo que ha llevado a alertar a los cuerpos de seguridad.
El colectivo ha subrayado que si bien apoya un modelo turístico más sostenible, alejado del tradicional “sol y playa”, considera que el actual volumen de visitantes en la isla hace inviable una verdadera conservación del patrimonio. A su juicio, la explotación turística sin control de enclaves indígenas convierte en mercancía banal un legado ancestral de altísimo valor cultural, que hasta ahora había permanecido al margen del turismo de masas.
Los activistas han denunciado, además, la proliferación de actos vandálicos y negligencias en estos espacios: pintadas, expolios, graffitis, basura o el tránsito fuera de senderos marcados se han vuelto, según afirman, “parte de la normalidad” en la isla.
También han apuntado que no todas las empresas de Turismo Activo operan con el mismo impacto, pero han exigido a las autoridades que marquen límites claros y hagan cumplir la legislación vigente.
Imastanen ha advertido que este fenómeno no se limita a Fuerteventura, señalando que prácticas similares han sido detectadas en Tenerife. Aseguran haber visto a personas actuando como guías –con o sin acreditación– conduciendo grupos a enclaves arqueológicos frágiles, algunos de los cuales aparecen poco después dañados o alterados.
El colectivo ha reivindicado el valor del patrimonio indígena como un bien cultural exclusivo y una herramienta para repensar el modelo turístico desde una lógica verdaderamente sostenible.
A su juicio, las instituciones siguen apostando por infraestructuras como puertos deportivos o campos de golf, ignorando el potencial único de los vestigios históricos de las islas. “El día en que las autoridades caigan en la cuenta de su valor puede ser demasiado tarde, a menos que la sociedad les haga ver que sí nos importa”, han concluido.