Evitar la infidelidad de la mujer en el matrimonio imposibilitando su placer es el objetivo de la mutilación genital femenina que sufren también niñas nacidas en España. En Fuerteventura, se estima que son unas 318 las menores que han sido sometidas a la ablación fuera de nuestras fronteras cuando las familias regresan por vacaciones a sus países de origen, según denunció este lunes Hawa Touré, presidenta de Dimbé, en Fuerteventura FM.
A pesar de que esta práctica está tipificada como delito en nuestro país y los jueces pueden, asimismo, perseguir a residentes en España que viajan fuera para realizar la mutilación, lo cierto es que “los padres prefieren ir a la cárcel que enfrentarse a las familias, a la sociedad de origen”, explicó Hawa, muy insistente en el hecho de la enorme presión social que ejerce la comunidad en los países que preservan esta `tradición´.
Por eso desde la asociación Dimbé, en colaboración con Médicos del Mundo, el Colegio de Fisioterapeutas y la asociación AMAC, de Gran Canaria, exigen al Gobierno de Canarias que se implanten protocolos que ya existen en otras comunidades y que están dirigidos a ir eliminando, sensibilizando y concienciando sobre la necesidad de combatir esta práctica que también impacta en Canarias donde residen (y en la mayoría de los casos han nacido) unas 4.500 niñas mutiladas aunque se cree que la cifra es mayor.
Ante un tema que todavía es tabú, se busca la complicidad de los profesionales de los servicios sociales y de la salud para que hagan un seguimiento de las niñas de familias procedentes de países donde todavía impera la ablación.
Gracias a su intervención, en alguna ocasión han logrado evitar la mutilación a alguna niña nacida en Fuerteventura después de advertir a los progenitores “de que podrían enfrentarse a entre 6 y 12 años de cárcel”, insiste la presidenta de Dembé.
Horror, dolor, infecciones y muerte
Hawa recuerda con horror su propia ablación a la edad de diez años, el dolor y la sensación de creer que había recibido un castigo por algo mal hecho “porque nadie habla, nadie te explica….las madres no hablan de esto con sus hijas”. Denuncia que se suelen utilizar cuchillas de afeitar, cristales rotos o tapas de latas y se eligen lugares como váteres “o un bosque para poder mutilar a quince niñas a la vez”.
No existe para ello la anestesia ni las mínimas condiciones de higiene por lo que las infecciones son muy habituales y pueden incluso poner en riesgo la propia vida de las menores.
Un trauma que juró su hija no viviría. Cuando tuvo la oportunidad viajó a Francia a trabajar, requerida por una familia conocida, y desde allí vino en 2004 a Fuerteventura. Tuvo la suerte de utilizar los cauces oficiales y, por eso, muestra su admiración por las mujeres que lo dejan todo y se arriesgan a embarcar en una patera para evitar el sufrimiento a sus hijas.
En 2017 fundó la asociación Dimbé que cuenta con el apoyo y la colaboración de muchas personas y entidades majoreras que ayudan a divulgar el horror de la ablación y que lucha por los derechos de las mujeres y de las niñas. Junto a ella, su hija Aissata sirve de confidente a muchas adolescentes que descubren, años después, que han sido mutiladas. Chicas jóvenes que encuentran en Dimbé un lugar donde compartir y hablar en libertad sobre esta forma de violencia de género y maltrato infantil.