Orlando Darias: “Ver cómo la gente hace suyo el kiosko, eso te llena”
El Kiosko de la Iglesia echaba el cierre el pasado jueves tras 59 años de actividad en el corazón de la ciudad capitalina.
Un adiós marcado por la tristeza como mostró su gerente desde hace 31 años, Orlando Darias, en una entrevista este lunes en Fuerteventura FM donde aseguró haber hecho todo lo posible por mantener abierta la actividad “porque el kiosko es un referente histórico para los vecinos de Puerto del Rosario y de la Isla”.
El impacto de la Covid y el establecimiento de protocolos por parte de Sanidad para cumplir con las distancias de seguridad entre los clientes y controlar el aforo de los establecimientos de hostelería, también afectaron al Kiosko.
Las autoridades sanitarias así se lo hicieron saber, el pasado 18 de diciembre, a Darias quien inmediatamente trasladó a la Diócesis, arrendadora del kiosko, las exigencias sanitarias obligatorias "porque si no, no podíamos abrir".
A pesar de la respuesta negativa, Orlando se vió abocado a poner mesas, con sus correspondientes sillas, y establecer un cierre perimetral para poder continuar funcionando. .
Una desobediencia que pagó muy cara. Poco después recibía un burofax por parte de la Diócesis por el que se le notificaba la rescisión del contrato. Desde entonces, Darias ha mantenido encuentros con distintos agentes políticos y sociales para tratar de revertir la situación.
Pero no ha sido posible, lamentó, “tenemos mucha tristeza e incomprensión porque no dan razones para esta prohibición” a pesar de que “nunca hemos tenido problemas con la Diócesis”.
Un agente dinamizador
Recordó que hasta la fecha, las autoridades eclesiásticas siempre han autorizado los numerosos eventos sociales y culturales llevados a cabo en la plaza donde se ubica el kiosko. “Era una forma de que la Iglesia se abriera a la sociedad”, explicó, y se implicara en la vida de la gente.
La actividad se intensificó "sobre todo en la última década", cuando se han desarrollado innumerables actos culturales, sociales, solidarios y también en fechas clave ,como carnavales, porque "queríamos dinamizar Puerto del Rosario". Hay que hacer un esfuerzo por la cultura, sobre todo ahora, "que está muy tocada", subrayó.
En este punto, quiso recalcar que “nunca se ha celebrado ningún evento que no contara con todas las autorizaciones pertinentes y todos los permisos necesarios a todos los niveles”.
Historia viva de la ciudad
El gerente quiere “contar la verdad” y poner fin a algunas críticas que se están vertiendo "sobre todo en las redes" y que responden a falsedades “como que el kiosko se creó para dar de comer a los más necesitados”.
No es verdad, aseveró, el Kiosko de La Iglesia, se puso en marcha hace 59 años gracias a la iniciativa de un particular que propuso su ubicación en un terreno de titularidad municipal.
Tras un tiempo funcionando con éxito, se produjo la venta del local a otro empresario que continuó explotando, a cambio del pago de un canon, esta pequeña infraestructura con licencia desde su inicio para dispensar cafés y bebidas alcohólicas. “Todo se ha hecho de forma legal, siempre”, defendió Orlando.
La situación cambió en la última década en la que el contrato, por uso del suelo, se suscribió con la Diócesis de Canarias, ahora titular de los terrenos. En 2012 el acuerdo volvió a modificarse y recogía como concepto “no el uso del suelo sino la explotación del propio kiosko”.
Orlando desconoce qué proyectos tiene la Iglesia para el Kiosko o si pretende derribarlo. Lo que sí tiene claro es que continuará luchando y que no arrojará la toalla. El kiosko es parte de la sociedad, reivindicó, “y tienen que dar una explicación de qué intenciones tienen”.
1.170 firmas en Change. org
Ya hay una petición lanzada hace dos días en la plataforma Change.org con el nombre Salvar el Kiosko de Puerto del Rosario, dirigida al Ayuntamiento capitalino, que cuenta, en la mañana de este lunes, con 1.170 firmas que apoyan la causa.
A pesar de reconocer que está viviendo un momento muy duro “porque no concibo mi vida sin el kiosko”, Orlando Darias agradece las innumerables muestras de cariño que está recibiendo.
“Ver cómo la gente hace tan suyo el kiosko, eso te llena”, concluyó.